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Alterar la rutina alimentaria puede provocar desequilibrios que afectan el cuerpo y aumentan el riesgo de enfermedades crónicas, advierten especialistas y una investigación citada por GQ.
Salud09 de julio de 2025
Comer a cualquier hora, saltarse comidas o cenar muy tarde es algo común en la rutina diaria de muchas personas en la actualidad. Ya sea por trabajo, estrés o falta de tiempo, los horarios de la comida suelen quedar en segundo plano.
Sin embargo, cada vez más estudios señalan que este desorden no solo afecta el apetito, sino también el ánimo, el sueño y el funcionamiento del cuerpo. Según un artículo publicado por GQ, que cita hallazgos de la Queen’s University de Canadá, no mantener horarios regulares de alimentación puede impactar negativamente el estado de ánimo, el metabolismo y la calidad del sueño.
Las investigaciones coinciden en que la regularidad en los tiempos de comida no solo favorece la digestión, sino también el equilibrio emocional y el rendimiento cognitivo.
Estas conclusiones también están respaldadas por instituciones médicas de referencia. La Mayo Clinic subraya que los ritmos circadianos —los ciclos internos de 24 horas que regulan funciones como el sueño y la digestión— se ven alterados cuando la alimentación ocurre en momentos desincronizados con la actividad natural del cuerpo. Esto puede perjudicar la eficiencia metabólica, la producción hormonal e incluso la salud cardiovascular.
La Cleveland Clinic, en tanto, añade que “comer fuera del horario habitual puede causar un conflicto entre el reloj interno y la digestión”, y advierte que los desajustes en el ritmo circadiano están asociados a mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y trastornos del estado de ánimo.
Comer a tiempo también importa
De acuerdo con la Queen’s University de Canadá, el cuerpo sigue un ritmo biológico conocido como ritmo circadiano, que regula funciones esenciales como el sueño, la digestión y la producción hormonal. Cuando los horarios de comida se sincronizan con este ritmo, se observan beneficios físicos y mentales.
“Nuestros cuerpos tienen un ritmo natural, y cuando los ritmos de alimentación están sincronizados con el ritmo circadiano, estos pueden beneficiar el bienestar general y tener un efecto protector contra las enfermedades mentales”, explica la universidad, según GQ.
Uno de los métodos recomendados es el TRE (Time Restricted Eating, o alimentación restringida en el tiempo). Este enfoque sugiere limitar el periodo diario de ingesta alimentaria a un intervalo de entre cuatro y doce horas. Por ejemplo, comer entre las 9:00 y las 19:00 permite un ayuno nocturno prolongado, lo que, según la universidad, mejora la función cerebral, la eficiencia metabólica y la señalización hormonal.
La Mayo Clinic respalda esta estrategia al señalar que “comer durante una ventana horaria consistente alineada con el reloj biológico” puede favorecer una mejor sensibilidad a la insulina, niveles saludables de glucosa y pérdida de peso sostenida. Además, enfatiza que el patrón de alimentación restringida en el tiempo puede reducir la inflamación sistémica y optimizar el funcionamiento del sistema digestivo.
Por su parte, la Cleveland Clinic aclara que, al restringir la ingesta alimentaria a un horario diurno, el cuerpo tiene más oportunidad de procesar los alimentos con eficiencia, lo que reduce el estrés metabólico nocturno y mejora el descanso.
Según GQ, el problema no es comer fuera de hora ocasionalmente, sino convertir la irregularidad en un hábito. Las consecuencias aparecen cuando el cuerpo pierde su rutina interna, afectando múltiples sistemas.
Cinco efectos negativos de comer a deshoras
1. Alteraciones en el estado de ánimo
La Queen’s University señala que los horarios desordenados pueden afectar la producción de dopamina, un neurotransmisor clave en la regulación emocional. “Los tiempos de comida irregulares pueden afectar tu producción de dopamina, y esto puede afectar tu estado de ánimo, además de que se pueden tener mayores índices de depresión y de ansiedad”, indica la institución, según GQ.
La Cleveland Clinic también advierte que los desajustes hormonales relacionados con comer a deshora pueden generar picos de cortisol, la hormona del estrés, afectando negativamente la respuesta emocional y exacerbando síntomas de ansiedad.
El cerebro depende de señales metabólicas ligadas a la alimentación. Al romper esa sincronía, el equilibrio químico cerebral se ve comprometido, con posibles repercusiones en la salud mental.
2. Impacto en el metabolismo
El metabolismo transforma los alimentos en energía. Comer en horarios irregulares —especialmente de noche— puede ralentizar este proceso. “Puede hacer que tu metabolismo se vuelva más lento y, por lo tanto, que quemes menos calorías”, advirtió la Universidad.
La Mayo Clinic respalda esta información, destacando que cuando se alteran los horarios de comida, se interrumpe la función adecuada de los mecanismos del cuerpo para regular el azúcar en sangre y procesar los alimentos eficientemente. Esto puede contribuir al aumento de peso y a un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
3. Problemas de sueño
Dormir bien también depende de cuándo se come. Ingerir alimentos muy cerca de la hora de dormir o acostarse con hambre puede interferir con el descanso. Según GQ, “los malos horarios de sueño pueden provocar aumento de peso, cambios de humor y agotamiento”.
La Cleveland Clinic explica que comer justo antes de dormir puede interferir con el ciclo de sueño, ya que el cuerpo se ve obligado a digerir los alimentos mientras debería estar descansando, lo que puede causar trastornos en la fase REM del sueño, esencial para el descanso reparador.
El proceso digestivo nocturno puede alterar los ciclos de sueño, y la falta de nutrientes debido al ayuno prolongado puede causar despertares frecuentes o insomnio.
4. Trastornos digestivos
Los horarios irregulares también afectan la salud gastrointestinal. Saltarse comidas o comer muy tarde puede generar inflamación, tránsito lento y reflujo, ya que “afecta las funciones de tu intestino y puede hacer que se vuelva lento, que te sientas inflamado o que tengas más reflujo”, señalan desde GQ.
La Mayo Clinic subraya que el reflujo gastroesofágico (ERGE) se ve exacerbado cuando comemos tarde, ya que la comida recarga el sistema digestivo en momentos inadecuados, lo que aumenta la probabilidad de que los ácidos gástricos suban al esófago, causando molestias e inflamación.
5. Menor energía y concentración
Saltarse comidas o retrasar la primera ingesta del día puede provocar cansancio, irritabilidad y dificultades para concentrarse, ya que “la comida es combustible para tu cuerpo y tu mente”.
Según la Cleveland Clinic, la falta de una ingesta regular de alimentos provoca que el cerebro no reciba los nutrientes necesarios, lo que se traduce en una disminución de las capacidades cognitivas, afectando la memoria, la atención y el rendimiento intelectual. El rendimiento físico e intelectual se ve afectado cuando la energía disponible es insuficiente para enfrentar las actividades diarias.
Cómo recuperar la regularidad alimentaria
Frente a estos riesgos, la Queen’s University coincide en recomendar la implementación del método TRE, que consiste en establecer una ventana fija de alimentación diaria.
Los beneficios documentados incluyen mejor metabolismo energético, mayor claridad mental y una regulación hormonal más eficiente. Además, evita que las comidas interfieran con los ciclos de sueño.
La Universidad destaca, además, que la constancia es fundamental: los efectos negativos no surgen por un solo día de desorden, sino cuando la falta de rutina se vuelve la norma. Por eso, recomienda planificar las comidas, evitar omitirlas y procurar mantener un horario estable, sobre todo en personas con problemas digestivos o de sueño.
La Cleveland Clinic refuerza este consejo al señalar que los cambios en los horarios de comida pueden adaptarse progresivamente. Asegura que, al integrar una rutina de alimentación regular, el cuerpo mejora en su capacidad para regular los niveles de glucosa y las hormonas relacionadas con el hambre, reduciendo el riesgo de trastornos metabólicos y promoviendo un descanso reparador.
La información difundida por GQ concluye que mantener horarios regulares para comer y aplicar estrategias como el método TRE puede ser una herramienta eficaz para mejorar la salud física y mental, optimizar el rendimiento diario y favorecer un estilo de vida más equilibrado. De todas maneras, ante cualquier duda, se recomienda la consulta con un profesional de la salud. INFOBAE






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