Campaña Nacional de Prevención del Cáncer de Piel en el Hospital Pedro Suchón

La Dra. Silvia Colla, quien está a cargo de la campaña aquí en la ciudad hace 26 años, recuerda además cómo prevenir el cáncer de piel, cómo autoexaminarse, qué lesiones de piel o cambios hay que tener en cuenta y cuáles son las recomendaciones a la hora de exponerse al sol.
Cáncer de Piel ¿Qué es y cuál es la causa?
Como el daño solar es acumulable e irreversible, las exposiciones reiteradas e indiscriminadas producen a largo plazo un envejecimiento prematuro, lesiones precancerosas y cáncer de piel.
Es el tipo más común de los cánceres en el ser humano. En los últimos 30 años más gente ha desarrollado un cáncer de piel que cualquier otro tipo de cáncer.
En los EEUU se espera que uno de cada cinco habitantes lo desarrolle en el transcurso de su vida.
Una de sus causas más importantes es la exposición a la radiación ultravioleta (RUV) proveniente del sol y otras fuentes artificiales, como las camas solares.
Otras causas menos frecuentes son la exposición repetida a rayos X, la presencia de cicatrices importantes y crónicas por quemaduras severas, la exposición ambiental al arsénico y algunas enfermedades genéticas.
La historia familiar de cáncer de piel también aumenta el riesgo de padecerlo.
¿Cómo lo prevenimos?
El cáncer de piel es curable en la mayoría de los casos. Por eso es importante hacer un "autoexamen" frecuente, observarnos para reconocer qué tenemos y notar cambios. Además, visitar al dermatólogo para saber cuál es nuestro riesgo y cuál la frecuencia necesaria de control con el especialista.
Signos más habituales que hacen sospechar un cáncer de piel
-Mancha rosada o rojiza, áspera al tacto y que se vuelven cada vez más rugosa o escamosa. Se ve especialmente en las zonas de mayor exposición al sol: cara, dorso de las manos, labio inferior, cuello y orejas.
-Aparición de bultos en la piel que crecen en forma sostenida en el tiempo
-Lastimaduras en la piel que no cicatrizan a pesar de un tratamiento correcto
-Herida en la piel, sangrante, costrosa, sin trauma previo evidente, que no cicatriza a pesar de una tratamiento médico adecuado.
-Lunar que cambia de coloración (tiene varios colores) sus bordes se vuelven irregulares, es asimétrico y crece (generalmente de tamaño superior a 6 mm), pica o se inflama.
El sol y la piel
El sol nos da beneficios, pero si nos exponemos sin protección, puede traer muchos riesgos. El daño se acumula y son riesgosos tanto el sol como las lámparas o camas solares.
Cuidarse también los días nublados, ya que la radiación atraviesa las nubes.
Los menores de un año deben estar a la sombra con ropa liviana y sombrero, evitando el sol directo y tomando abundante cantidad de líquido para no deshidratarse. A partir de los 6 meses de vida pueden utilizarse protectores solares. No hay razón para disminuir los cuidados frente al sol al adquirir mayor edad. Si bien normalmente la piel y los lunares toman un color un poco más oscuro durante el embarazo y la lactancia, no hay que confiarse: los cambios pueden indicar un riesgo. Algunos fármacos (diuréticos, anti-inflamatorios, antibióticos, medicamentos para trastornos cardíacos, etc.) pueden aumentar el efecto del sol sobre la piel. Personas que han recibido trasplantes de órganos o quienes han realizado quimioterapia o radioterapia deben cuidar particularmente su piel del sol. Conocer la propia piel y revisarla en forma periódica. Si encontramos manchas nuevas o que se hayan modificado, consultar al dermatólogo.
Recomendaciones
Evitar exponerse al sol entre las 10 y las 16 horas.
Usar en forma habitual cremas protectoras solares que bloqueen radiación UVA y UVB, de calidad reconocida y cuyo factor de protección solar (FPS) sea mayor a 30.
No olvidar la protección solar al realizar deportes.
Aplicar en toda la piel 20 minutos antes de la exposición y renovarlo cada 2 horas con la piel seca o cada vez que uno sale del agua y se frota o se seca la zona.
Usar una cantidad generosa sin olvidar sitios como: orejas, empeines, labios, cuello, "pelada" de los calvos y tórax.
Observá tus lunares y manchas personalmente en forma periódica, con ayuda de espejos y de otra persona.
No olvides las palmas y plantas, la región genital, el cuero cabelludo, la boca, el interior del ombligo, las axilas, etc.
Lunares o nevos
Los lunares (o nevos melanocíticos) son comunes en todas las personas. Los nevos predominan en las zonas más expuestas al sol pero pueden localizarse en cualquier parte de la piel.
¿Cómo son los nevos?
Los nevos normales o comunes suelen ser planos o de forma redondeada, simétricos, de bordes regulares y de un tamaño menor a 5-6 mm. Algunos comienzan como una mancha y con los años toman relieve de color más claro y se ablandan. En ocasiones pueden crecerles pelos.
Algunos nevos, llamados atípicos, tienen mayor riesgo de transformarse en una forma de cáncer de piel denominada melanoma. Dermatología.
¿Qué son los nevos atípicos?
Suelen ser de tamaño mayor a 6 mm, de forma levemente asimétrica y de varios tonos de marrón rosado y ser diferentes entre sí. Predominan en el pecho y en la espalda pero pueden ubicarse en cualquier parte de la piel y tienen mayor riesgo de transformación maligna.
Habitualmente aparecen en personas con gran cantidad de nevos (más de 100) y en ocasiones los presentan varios miembros de la misma familia.
¿Cómo controlar los nevos?
Consultá a un dermatólogo ante cualquier cambio que notes en un lunar o mancha, o ante heridas que no cicatrizan.
Observá tus lunares y manchas personalmente en forma periódica, con ayuda de espejos y de otra persona.
No olvides las palmas y plantas, la región genital, el cuero cabelludo, la boca, el interior del ombligo, las axilas, etc.
Centros médicos y hospitales adheridos a la campaña que se realiza del 14 al 18 de Noviembre: http://cancerdepiel.org.ar
